lunes, 16 de septiembre de 2013

Tiene que ser


Cartel de postín, de figuras. Cartel de ferión en lo que nunca debió dejar de ser un ferión, si Salamanca es la tierra natural del toro por excelencia. Gente guapa en los tendidos, taco en el bolsillo, perfume caro en los bolsos. Domingo sin cemento bajo el sol, mal aparcar en las inmediaciones de La Glorieta. Runrún de ida y vuelta, tumulto, la vida que fluye en torno a una plaza de toros en una tarde de expectación. Hoy tiene que ser.

Cartel de postín, de figuras. Aficionados de siempre, aficionados de pose. Tres figuras; tres hombres que marcan distancias con la mayoría: Hermoso, que convierte a sus caballos en toreros, que hace verdad el toreo a caballo. Manzanares, que sabe a fruta fresca, que torea con estética y empaque, hermoso como un atleta envuelto en la seda, como un dios al que revestir de filigrana para ofrecerle el cielo por si le da por tocarlo. Talavante, que es un pirado de la cosa, más allá; un enamorado del toro, que se inventa genialidades en la arena y que lo mismo torea por bulerías que canta toreando o se saca unos naturales sobrenaturales como aquellos naturales eternos que pegó en Zaragoza, que aún no se han terminado.

Cartel de figuras. Gente guapa en los tendidos. De gintonis roneando las gargantas. Esos gintonis que son como banderas vaticanas en vasos de plástico santificando la fiesta. Pijerío y aficionados de a pie. Entendidos de nuevo cuño y sabios que dictan lecciones de vida desde el silencio. El milagro del mestizaje, arriba y abajo, sombra y sol, barrera y andanada. Los móviles ardiendo. Twitter escupiendo la tarde minuto a minuto en 140 caracteres. Apretones de manos antes del paseíllo. Una firmica por aquí. Reencuentros, idas y venidas. Gentío en el patio de cuadrillas, revuelo en la puerta. Que llega fulano. Foto al canto. Los rezos en la capilla. Tarde de toros. Hoy tiene que ser.

Color sobre el cemento y color en las billeteras. Tela. Alegría. ¿Quién dijo crisis?. Bolsos de capote, pulseras bordadas en oro, alamares. Melenas brillantes, gafas de sol de actriz de los sesenta, pantalones y corbatas imposibles, talibanes siguiendo a sus ídolos como seguían a Cristo los apóstoles. Agosto de cacahuetes y cocacolas por los tendidos. Escotes en los que asomarse a un continente, gomina a tutiplén, taconazos, abanicos, pañuelos en el bolsillo. Alegría. Expectación y esperanza. Jóvenes en busca del milagro, ávidos de ver, de saber, de sentir; cabales y escépticos, niños que sueñan el toreo; ancianos que añoran; novatos que no saben que hoy, precisamente hoy, pueden quedarse atrapados para siempre en este veneno, en esta sed que ya nunca se apaga. En esta fiebre que no se cura. El toreo.


Cartel de postín. Hoy vienen las figuras. Color en los tendidos. Domingo de toros en La Glorieta. Gloria de domingo en esta tierra de toros. Tiene que ser.

(Artículo publicado hoy domingo en la revista Lances, que se reparte en La Glorieta. La foto, íntima, preciosa, es de Juan Pelegrín. Una figura de la cámara)

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